El blockchain o cadena de bloques es una tecnología que permite transferir datos digitales mediante un sistema de codificación de la información muy sofisticado, y de forma completamente segura.
Para entenderlo, el blockchain sería como un libro de contabilidad donde se registran todas las entradas y salidas de cualquier transacción. Por ello se dice que es un libro de acontecimientos digitales.
Una de las novedades más características del blockchain es que no se trata un sistema centralizado, es decir, que no requiere de un intermediario que identifique y certifique la información. Por el contrario, los datos están distribuidos en nodos –ordenadores o servidores–independientes entre sí que registran y validan la información, sin necesidad de que haya una relación de confianza entre ellos.
Estas cadenas de bloques solo se pueden actualizar por consenso general. Dicho de otra forma, la información solo será legitimada cuando la mayoría de las partes se pongan de acuerdo para hacerlo. Es más, una vez introducida la información, no se puede borrar.
En este sentido, la gran ventaja de la cadena de bloques es que, si se cambiara el registro en un nodo de la cadena, se sincronizaría automáticamente en el resto de las partes. Asimismo, si se cayera la red de alguno de los ordenadores o servidores del blockchain, la información no peligraría, permanecería intacta siempre y cuando al menos una de las partes continuara funcionando.
¿Cómo funciona el blockchain?
El funcionamiento del blockchain depende de la interacción de todos los nodos o partes que integran la cadena. En líneas generales, se sigue este procedimiento:
- Transacción. Las diferentes partes intercambian datos, ya sea, contratos, registros médicos, facturas o cualquier otro elemento con un formato digital.
- Verificación. En función de los parámetros de la red, la transacción puede ser verificada al instante o bien dirigida a una cola de transacciones pendientes. En este caso, los nodos deben determinar si las transacciones son válidas o no.
- Estructura. Cada bloque se identifica con un hash o sistema cartográfico, es decir, un algoritmo consensuado por todas las partes. La secuencia de hashes enlazados crea una cadena segura e interdependiente.
- Validación. Antes de ser añadidos en la cadena, los bloques deben ser validados. Una de las fórmulas de validación más comunes en las cadenas abiertas es una prueba de trabajo: un sistema que, para evitar comportamientos indeseados como el spam, requiere que el cliente del servicio realice algún tipo de operación.
- Minería. En este paso se añaden los registros de transacción al libro de contabilidad que conforman la cadena de bloques.
- Cadena. Cada nodo añade el bloque en la cadena, que se distribuye a lo largo de la red.
- Protección. La estructura de la cadena está preparada para protegerse de ataques. Por ejemplo, en el caso de que algún actor malicioso intentara alterar algún elemento de la cadena, el resto de nodos detectarían estos cambios y rechazarían al bloque de la cadena.
¿Qué aplicaciones tiene?
El blockchain nació con el Bitcoin: se trata de la tecnología que hace posible el funcionamiento de esta criptodivisa, y actúa como base de datos y copia de seguridad.
Con el tiempo, la cadena de bloques ha adquirido muchos otros usos. Uno de los mayores potenciales está en los contratos inteligentes. Gracias a esta tecnología, se podrán hacer acuerdos y transacciones sin necesidad de intermediarios como pagos a distribuidores.
También destaca la aplicación del blockchain en el Internet de las Cosas, puesto que permite que nuestros dispositivos se puedan comunicar de forma segura. Por ejemplo, podría darse el caso de que nuestro frigorífico compre yogures en el supermercado online en cuanto detecte que se han terminado.
Estos son solo algunos ejemplos de la infinidad de aplicaciones que puede adquirir el blockchain. ¿Conoces alguna otra? ¡Déjanos tu comentario!